Cuatro actores en escena deambulan, dialogan, se tocan, gritan, y parecen delirar en un espacio reducido. Algo allí los convoca, los atrae y a la vez los repele; un ir y venir de situaciones que- por momentos inconexas y por otros coherentes- se hilan en una tarea imposible: hace teatro (y que al público le guste). Rápidamente Brecht, Shakespeare, y hasta Marx y el proletariado son invocados por los actores como artífices de la materia teatral, componentes que desligan de ratos la labor de las tablas de lo estético y lo asocian con una función social. A la vez se ríen de ellos mismos en un intento de desmitificar al “aura” del artista, o promoviendo la reflexión sobre la discusión que subyace a la creación artística.

(Fragmento, Reseña de Clarisa Fernandez. Revista La Culturosa)